eran sitios que olían a sudor y casi no había mujeres,lugares de esfuerzo y tabúes para los peces de ciudad , pero cada vez que un socio entraba al local saludaba ,hacía una gracieta y daba un golpecito en la espalda del otro cuando iba de camino al vestuario.
Ahora los gimnasios huelen bien,cosa que se agradece ,pero los socios no se saludan , llevan auriculares en las orejotas para aullentar cualquier sintoma de sal o amistad .Hacen como que no se conocen aunque lleven juntos años luz .Es como cuando montas en el bus y nadie saluda ni ayuda a los ancianos.
Es una pena pero allá ellos que se crearon un mundo sin sentimientos.
Que razón tienes
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