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domingo, 1 de noviembre de 2009

SIEMPRE ODIÉ A LA GENTE FALSA

Y debe ser que yo no puedo serlo. Mentir , lo que es mentir , lo hice por comer y pagar la renta cuando tuve que hacerlo, aunque creo que se daban cuenta y no me despedían porque se me veían luchador.
Aquella inocencia de adolescente la perdí pronto cuando con 17 quedé huerfano de padre y alos 19 me fuí lejos a buscarme la vida tras un mal negocio.
Ahí empecé a crecer y a saber que Dios no te ayuda por madrugar y que cuando no hay buen rollo es mejor cambiar de aires.
Luché por cada minuto que vivía y no quise nunca perder lo ganado tontamente y no di tregua al aburrimiento ni a la desidia porque veía que el tiempo , a los pobres, se nos va trabajando.
Rencoroso no, pero recordoso si que soy, para lo bueno y lo malo. Y si noto malas auras me deshago de ellas rápidamente.
Muy amigo de mis amigos, de los que pretenden no fallar, pero mi familia antes que nadie.
Competitivo, muy competitivo pero altruista con mis compañeros sabiendo el peligro mortal de los falsos pero despreciándolo por saberme mejor que ellos.
Así cuando, a los que yo ayudo como pintor y a los que asesoro cuando preguntan cuando no saben algo , me escamotéan información sobre exposiciones u oprtunidades varias para que yo no se lo pise, me siento mal pero no me arrepiento de haberles ayudado.
Los pobres de mente son imprevisibles y peligrosos.

¿Era esto un aviso para navegantes??? no lo sé, será sólo una idéa.

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